Inaugurarán un Centro Cultural en Homenaje a un Militante Desaparecido

Militantes territoriales y universitarios inaugurarán el Centro Cultural «Angel Alberto Rodríguez» para los vecinos de las comunas 5 y 6 (compuesta por los barrios de Almagro, Boedo y Caballito), bautizado con ese nombre en homenaje a un delegado gremial y militante de la JP y del PRT.

JuventudInformada entrevistó a Diego Rodríguez, hijo del militante desaparecido homenajeado, quien es presidente del Observatorio de Políticas Públicas de la Ciudad de Buenos Aires y referente del espacio universitario compuesto por las agrupaciones verdes (IURE, RCP, Demos y La Scalabrini) de la UBA.

JI:-Diego, ¿cómo nació la idea del centro cultural?

DR:-Desde hace un tiempo a esta parte un grupo de miltantes territoriales, universitarios y de profesionales comenzamos a juntarnos para empezar a construir un espacio socio-cultural, de ir contruyendo colectivamente  un camino reivindicando la lucha y el ejemplo de los compañeros detenidos-desaparecidos, como es el caso de Angel Alberto Rodríguez , mi padre. Que como otros son parte de la historia de nuestro pueblo, que no quizo vivir de rodillas y que amo la vida , y la proyectó en otros para que una sociedad nueva nazca donde la igualdad y solidaridad sean pilares fundamentales de esa nación. Comenzamos este proyecto colectivo pensándolo desde una perpectiva cultural-social que permita un marco de creación conjunta con los vecinos de las comunas 6 y 5 . Desde una lógica pluralista y progresista, queremos que el centro cultural sea del barrio y no de un grupo o partido político. Desde esta visión comenzamos a buscar y queremos llevar adelante soluciones concretas a las problemáticas especificas de la gente del barrio, y que sirva como un espacio creativo de desarrollo de cultura popular, de recreación y de  aprendizaje constante.

JI:-¿En qué consiste el trabajo del centro?
 
DR:-Trabajamos con un grupo interdisciplinario de profesionales que incluye abogados, psicólogos, historiadores, politólogos, etc., con el cual vamos desarrollando respuestas concretas como entretenimientos para los chicos, talleres de lectura y poesía… Estamos armando un biblioteca popular, trabajamos también con fotografía y muralismo, talleres de comunicación, estamos armando una revista barrial-cultural, tenemos la idea de armar un gabinete de psicología y un taller de fotografía. Como verás son amplias las cosas que vamos hacer. El centro es de todos y lo construimos entre todos día a día, esto es parte de nuestro humilde aporte para poder cambiar nuestra ciudad, que es nuestro mundo cotidiano, y trabajar para que la ciudad vuelva a tener un visión progresista, inegradora y popular contrarrestando así, desdes nuestros barrios, las políticas que hoy gobiernan en ella.

JI:-El centro cultural y social lleva el nombre de tu padre, ¿quién era él? 

DR:-Esa fue una idea de los compañeros, idea que abracé con orgullo para trabajar en su memoria. Él era un laburante, delegado gremial de obras sanitarias de la nación, había comenzado su militancia en la Juventud de Trabajadores Peronistas, ligada a los sectores revolucionarios del peronismo. Luego del 1 de mayo de 1974 se desvincula de la JP y comienza su militancia en el PRT, siempre con la esperanza de que se podía llegar a un país más justo. El 4 de agosto de 1976 vino a nuestra casa del bajo Belgrano un grupo de tareas y así pasó a engrosar la lista de los 30 mil desaparecidos, junto con mi tío, que corrió la misma suerte. Si algo hay que reivindicar de esa generación fue su entrega total en construir una patria para todos y todas. Luego con el tiempo se vio claramente que esos sectores de las Fuerzas Armadas prepararon un camino y otros en democracia lo profundizaron en desmedro de las mayorías. Desde ahí lo reivincamos a mi viejo, de lo colectivo, de la idea de mejorar la realidad, que todos juntos podamos cambiar las cosas. Más aun aprovechando los vientos que corren en la región y la vuelta a la esperanza que los argentinos tenemos desde 2003. Nuestra lucha es cultural contra este sistema que pregona la desigualdad y la miseria. Cuentan que mi viejo le decía a mi mamá «va llegar un tiempo que la gente no va a poder comprar yerba y azúcar»: tiempo después en la década del ’90 se comprobó claramente eso. Queremos trabajar para no volver al pasado, y desde ya todos están invitados.

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