Emotivo Homenaje a Raúl Alfonsín, en Casa de Gobierno

Luego del descubrimiento del busto, un distendido Raúl Alfonsín comenzó expresando que “de todos los honores y privilegios que la vida me ha dado…jamás hubiera imaginado acceder a éste que se me concede, el de presenciar la inauguración de un monumento de mi persona. No lo hubiera imaginado, no lo hubiera permitido. Del mismo modo, tal cual rechacé invitaciones anteriores, en la actual circunstancia, desde luego que no interpreto que se realiza un homenaje a mi persona, sino a la democracia que logramos los argentinos”

Avanzando en su discurso, afirmó que “siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. “Sigan a ideas, no sigan a hombres”, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática.”

Sobre la galería de presidentes agregó que “si los contamos, todavía encontraremos seguramente más presidentes de facto que presidentes elegidos por el pueblo. Esto es lo que notablemente ha cambiado a partir de 1983; no hubo ni habrá aquí más presidentes de facto”.

Luego se expresó sobre los 25 años de democracia, donde enfatizó que “son las certidumbres que debemos evocar y a las que debemos rendir homenaje en estos 25 años que estamos cumpliendo de joven pero incompleta democracia. La democracia que tenemos es nuestra casa común; el hábitat y las normas que nos deben permitir desarrollar nuestras vidas más plenamente como individuos y familias, como sociedad y como pueblo que aspira a ser una nación. Veinticinco años después, nos toca mejorarla, fortalecer sus capacidades transformadoras y dar contenido real a la igualdad de oportunidades asegurando y expandiendo nuestras libertades.

Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equitativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Tenemos una democracia real, tangible, pero coja e incompleta y, por lo tanto, insatisfactoria: es una democracia que no ha cumplido aún con algunos de sus principios fundamentales, que no ha construido aún un piso sólido que albergue e incluya a los desamparados y excluidos. Y no ha podido, tampoco aún, a través del tiempo y de distintos gobiernos construir puentes firmes que atraviesen la dramática fractura social provocada por la aplicación e imposición de modelos socioeconómicos insolidarios y políticas regresivas.

Continuó evocando a su primer discurso como presidente, el 10 de diciembre de 1983 en el Congreso de la Nación, que “la democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y sectores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de vida. Es pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a cada uno de los factores y hace posible así la renovación de los gobiernos, la renovación de los partidos y la transformación progresiva de la sociedad. La democracia es previsible, y esa previsibilidad indica la existencia de un orden mucho más profundo que aquel asentado sobre el miedo o el silencio de los ciudadanos. La previsibilidad de la democracia implica elaboración y diálogo que no excluirá, sin duda, tempestuosos debates y agrios enfrentamientos de coyuntura que nutrirán al estilo republicano triunfante ya en el país. La democracia no se establece sólo a través del sufragio ni vive solamente en los partidos políticos. Sin la conciencia de la unión nacional, sostuvimos, será imposible la consolidación de la democracia; sin solidaridad, la democracia perderá sus verdaderos contenidos. Esta llama debe prender en el corazón de cada ciudadano, que debe sentirse llamado antes a los actos de amor que al ejercicio de los resentimientos.

Sabíamos que la tarea exigiría tiempo, esfuerzos, sacrificios, claridad de ideas y una gran energía encauzada por un preciso sentido de la prudencia y el equilibrio, pero teníamos una ventaja: la experiencia nos había enseñado que, cada vez que perdimos la democracia, la inmensa mayoría de los argentinos terminó perjudicándose. También habíamos aprendido que los que estimulan la impaciencia para proponer la intolerancia y la violencia como remedios terminan favoreciendo los intereses del privilegio. Aprendimos que cuando el pueblo no decide sobre el gobierno, la nación y el pueblo quedan desguarnecidos frente a los intereses de adentro y de afuera. Habíamos aprendido que existían fuerzas poderosas que no querían la democracia en la Argentina. Sabíamos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, planteaba una lucha por el poder en la que no podíamos ni debíamos bajar los brazos, una lucha que teníamos que librar y en la que teníamos que triunfar.”

Volviendo al presente, Alfonsín prosiguió diciendo “hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político que ha teñido la práctica política. La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política. Los partidos políticos son excelentes mediadores entre la sociedad, los intereses sectoriales y el Estado y desde esa perspectiva hemos señalado que lo que más nos preocupa es el debilitamiento de los partidos políticos y la dificultad para construir un sistema de partidos moderno que permita sostener consensos básicos. No será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes, representativos de las corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad.

Finalizando, puntualizó que “toda mi actividad política buscó fortalecer la autonomía de las instituciones democráticas y fortalecer el gobierno de la ley, para que la ley y el Estado de Derecho estuvieran separados de cualquier personalismo. Nuestro país tuvo un talón de Aquiles: no podíamos garantizar la alternancia democrática del gobierno. El objetivo de toda mi vida ha sido que los hombres y mujeres que habitamos este suelo podamos vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Para ello era y es necesario que además de instituciones democráticas haya sujetos democráticos, porque sólo así pueden sobrevivir a sus gobernantes. Y lo bueno de las instituciones democráticas es que no necesitan efigies que las presidan, ni estatuas que les den su investidura. Pero si en algún rincón de sus edificios públicos es posible evocar a aquellos hombres y mujeres que las han presidido o que contribuyeron a defenderlas y ponerlas en movimiento al servicio de la sociedad, bienvenido sea”

Posteriormente, Cristina Fernández, dirigiéndose a Alfonsín más que a los presentes, comenzó con una anécdota, al referir que “hace poco más de 20 ó 30 días atrás lo fui a visitar para comunicarle la decisión, que habíamos tomado de colocar, de terminar el busto, que le corresponde como Presidente ocupar en esta Sala de Bustos, de esta Casa, que es la Casa del Pueblo, la Casa Rosada. Me acuerdo que cuando fui estaba con su hijo y en un primer momento dijo: “no, cómo, una estatua, por qué un homenaje, no”. Y yo le dije que desde hace mucho tiempo que a mí me parece que los homenajes a los hombres y a las mujeres, que se lo merecen, hay que dárselos en vida”.

Agregó, mirando al ex mandatario: “por eso Presidente no se sienta en la obligación de tener que dar explicaciones de esta estatua, es cierto que es un homenaje a estos 25 años de democracia, pero yo quiero que también quede bien claro, que es un homenaje a usted como persona porque usted llegó a Presidente de la República Argentina, luego de una larga vida de militante y dirigente político. Y esto tiene un valor: el de dedicarse con la vocación, con la pasión con la que usted ha abrazado la causa de sus ideas, como la llama, de su partido, de su fidelidad al mismo, pero fundamentalmente a sus ideas, habla del merecimiento del homenaje. Pero además, como Presidente, es usted – más allá de que usted lo quiera o no – el símbolo del retorno de la democracia a la República Argentina.

Continuó enfatizando que “tal vez hoy para muchos jóvenes, que no conocieron épocas aciagas de nuestro país, la democracia sea una forma de gobierno, una división de poderes, pero aquellos que vivimos las más terribles dictaduras de las que se recuerde, la democracia no es entonces solamente una cuestión o forma de gobierno, sino una cuestión de vida y de sobrevida. Por eso en aquel 30 de octubre de 1983, recuerdo que a mí se me caían las lágrimas, debo confesarle, no porque había ganado usted sino porque habíamos perdido nosotros – tengo que ser sincera también, sino no sería yo – pero debo decirle que ese 10 de diciembre cuando les habló a los argentinos, desde el Cabildo, le habló a todos los argentinos, a mí también.”

Haciendo un pasaje por la realidad actual, expresó que “hoy, en este momento particular que vive el mundo, donde afortunadamente podemos estar aquí sólidamente parados, tomarnos el descanso cada uno de nosotros, de nuestras miradas hacia el pasado, o tal vez de nuestras diferencias partidarias, para realmente en un diálogo nacional fructífero, profundo, a poco más de un año y medio del Bicentenario, encontrar ese camino de unidad nacional y de reconstrucción del país por la que tantos argentinos y argentinas dieron su vida.

Finalizando, nuevamente mirando a Alfonsín, le expresó: “querido Presidente, quiero darle las gracias por haber aceptado este homenaje, que es de todos los argentinos, que le hacemos a usted, el primer Presidente de la democracia que tanto les costó encontrar a los argentinos, que significó la ruptura de un ciclo histórico que iniciado en 1930, trajo sólo enfrentamientos y divisiones entre todos los argentinos. Por eso, con ese reconocimiento que le doy como argentina y como militante política, permítame agradecerle su presencia, su historia y su vida. Muchas gracias”.

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