Ni un millón de duraznos

Por Charo Márquez
@cafeesamor

Escribo esto mientras Gabriela Conder, la abogada de las denunciantes, declara en una sala repleta pibis. De fondo, ellxs se abrazan, agitan, festejan: se terminaron años y años de oscuridad, de que les digan que están locas, de que las acusen de querer terminar con la música, de que las hostiguen una y otra vez.
Le acaban de dar 22 años de prisión por abuso sexual y corrupción de menores en cuatro casos comprobados a Cristian Aldana, el ex cantante de El Otro Yo. En los otros tres casos lo absolvieron, pese a que la jueza pedía condenarlo también y pedía, para los otros casos la suma de 35 años de cárcel.

Mi adolescencia empezó en 2001, terminó con Cromañón y hoy vuelve a cerrarse. Chateo con amigues de mi generación, estamos todes golpeades. Algunes celebran la condena. Otres esperamos que aunque sea a las denunciantes les sirva como reparación.

A Aldana lo denunciaron en 2016 por delitos cometidos entre 1999 y 2010, contra adolescentes de 14, 15, 16 años. Algunas se conocían entre sí y otras no.
Todxs conocíamos a Aldana y a su banda. Era la referencia del rock alternativo porteño. Algunxs de nosotrxs recorrimos kilómetros en noches heladas para ir a verlxs al Hangar o a Cemento. Llenábamos las paredes de posters y algunes soñábamos con que nos inviten a los camarines.

No todxs sabíamos lo que pasaba del otro lado, a veces fantaseábamos con mis amigas con chapar con María Fernanda, pero no mucho más. No me importa morir era la banda sonora de las mejores noches de esos años, de las tardes en la plaza de la Bond Street, frente al Palacio Pizzurno. Nos vestíamos como ellxs. Cantábamos Philadelphia brillante a capella haciendo la fila para entrar a @lternativ@.

Desde 2016, cuando empezaron a florecer los testimonios contra Cristian, empezamos a descubrir que había un trasfondo macabro, siniestro detrás de nuestra banda favorita. Empezamos a pasar las canciones de EOY cuando las tiraba el random de Spotify. Nos empezó a dar asco. No sabíamos cómo tramitarlo. Aldana salió en defensa de la piba que denunció a Migue de La ola que quería ser chau. Se presentó a sí mismo como una víctima de la persecución política y contra la música. Las acusó de locas. Tan seguro estaba de su versión que se apareció vestido de monja a una manifestación de víctimas. Y ahí nos terminó de caer la ficha: las pibas tenían razón y nosotrxs pasamos años haciéndole la fiestita a un grupo de siniestrxs.

Esta tarde algo se cerró. Por lo menos terminó una etapa judicial: Aldana no va a ver la luz del día por 22 años. La sentencia me cae por la garganta como un trago de Uvita fiesta caliente, me está pegando pésimo y no se por qué lo tomo, falta media hora para que @lternativ@ abra las puertas, mis amigas cantan ni un millón de duraznos, ni mis canciones, ni dormir van a salvarme, van a salvarte. La cárcel tampoco va a salvarnos de lo que ya pasó, espero que les pibis sientan una reparación y que podamos construir otros universos en los que nuestras adolescencias no estén expuestas a la violencia patriarcal.

1 Comentario

  • Mary dice:

    Pusiste en palabras lo que tengl atragantado desde la sentencia, lo confundia con la cupa de haber formado parte de todo eso. Al silencio, y al uvita fiesta caliente, no volvemos nunca mas..

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