La Educación del Pueblo No se Vende, se Defiende

Por La Juntada

Que la facultad está tomada no es ninguna novedad. Que la toma es un éxito que está en boca de todos, mucho menos. La repercusión mediática que está teniendo el conflicto educativo en la Argentina ha trascendido, incluso, las fronteras de este país del sur del continente: cada día son más los colegios, facultades y terciarios que se suman al Estudiantazo, que no es mera declaración sino una construcción cotidiana y unitaria de un proceso enorme.

Como en muchos años no se había visto, estamos poniendo en pie de lucha un movimiento estudiantil que tiene una perspectiva elocuente y una capacidad de torcer el rumbo de las políticas educativas aun mayor. Porque discutiendo y levantando cada reivindicación concreta, lo que estamos poniendo en cuestión es precisamente eso: un modelo educativo que concibe a la educación como una mercancía, un servicio para unos pocos que puedan pagarla o un modelo que defendemos: la educación como un derecho inalienable e irrenunciable del pueblo.

En todo esto hay responsabilidades políticas ineludibles. Macri es responsable directo de pretender arruinar a la educación pública y fortalecer el negocio de la educación privada a la cual destina cuantiosos subsidios. También de perseguir a los estudiantes y docentes con causas contravencionales, listas negras, etc. EI gobierno nacional, aunque de signo político diferente, es el responsable de poner a la educación pública al servicio del mercado, como si las universidades no fueran otra cosa que empresas tercerizadas de los grandes grupos económicos (lo que el gobierno maquilla como «desarrollo del modelo productivo»)  y de perseguir con causas judiciales a los estudiantes y docentes de las universidades que, como en la UBA, luchamos porque todo esto cambie.

En nuestra facultad, Trinchero busca confundirnos con un comunicado con fecha de hoy, en el cual pretende presentar como «Política de Gestión» cada uno de los resultados de la lucha que hemos dado los estudiantes de Filo. Apunta así a desconocer su responsabilidad como parte de la estructura y el provecto político que quiere una universidad al servicio de las empresas y de adaptación a la miseria presupuestaria, profundizando la política de recursos propios (laboratorio de idiomas, postgrados pagos, fondos de la Alumbrera, convenios con empresas, etc.). Evade además, el papelón y la falta de respuestas respecto de su modelo de edificio que presenciamos la semana pasada en la reunión cuatripartita. No podemos olvidar tampoco las continuas respuestas ambiguas que la gestión esgrimió en el Consejo Directivo cuando los consejeros estudiantiles reclamamos información al respecto. Estos hechos son solo un ejemplo de que no nos motiva el capricho sino la necesidad.

Hoy, discutir la ampliación edilicia es levantar un rechazo a los recursos propios. Es levantar el reclamo de que las decisiones se tomen de manera democrática en función de los intereses de quienes cursamos y trabajamos y no de unos pocos acomodados en el poder. EI resultado inmediato de estas grandiosas jornadas de lucha debe ser imponerle al Consejo Directivo y al Decano, nuestros legítimos reclamos y que los mismos sean la base irrenunciable de cualquier provecto que discutamos y elaboremos junto a docentes y no docentes. EI edificio tiene que ser uno solo e integrado y destinarse al reclamo por más aulas para las carreras de grado. Debe contemplar una guardería y un comedor universitario.

El movimiento estudiantil plantea hoy la necesidad de una victoria. La medida en sí no es otra cosa que una herramienta de masificación y lucha para derrotar un provecto y alzarse con un triunfo. No luchamos para decir que luchamos. Nos organizamos y luchamos porque creemos que otra universidad es posible y que otro mundo también.