Capitalismo, Democracia y Emancipación en América Latina

Por LA JUNTADA de la izquierda independiente*

“Todo indica que quieren llevar a nuestros pueblos a un callejón sin salida. Ya en Trinidad y Tobago el presidente Obama asomó una idea: olvidar el pasado e interesarse exclusivamente en el futuro; nada original por cierto aquella proclama obamista: es el canto sublime del capitalismo, el propio canto del cisne: la modernidad. En la reunión del pasado lunes diez en Quito, la representante colombiana nos recomendó la parte que faltaba de la receta: desideologizar el diálogo. Vaya qué propuestas: quedarnos sin historia que contarnos y sin ideas para orientarnos.”

Hugo Chávez Frías

Un golpe yanqui con el sello de Negroponte

Juan Gelman escribió un artículo sobre el golpe de Estado en Honduras titulado “Sabían y ayudaron un poquito”. La ironía no es del autor, sino del propio Departamento de Estado y el presidente Obama, que con más acuerdos reales que con supuestas fricciones, armaron un sutil juego de equilibrios mediante el cual pretendieron montar una farsa teatral donde el asesino con las manos manchadas de sangre al lado de la víctima, se transformaba como por arte de magia en el médico de emergencia que estaba ayudando al convaleciente.

Gelman repasa algunos sucesos previos a través de las mismas noticias de los diarios hondureños, que dejan al desnudo que Estados Unidos fue quien alentó y organizó el golpe de Estado. La evidencia la dieron sus propios mentores: el actual embajador norteamericano en Honduras, Hugo Llorens, llegó el 12 de septiembre de 2008 al país centroamericano, y nueve días después, el mismísimo general Romeo Vásquez, principal militar organizador del golpe, entonces denunciaba a la prensa los planes a los que luego se prestaría, advirtiendo que lo habían buscado para “botar del gobierno al presidente Manuel Zelaya Rosales”. Posteriormente, el 2 de junio de este año, Hillary Clinton llegó a Honduras para una reunión de la OEA y al reunirse con Zelaya le manifestó su rechazo a la consulta que el presidente estaba planeando, mientras los funcionarios norteamericanos repetían a coro lo que luego sería el principal argumento del golpe: que el plebiscito no era constitucional. Gelman remata: “Seis días antes del golpe, el diario hondureño La Prensa informaba que el embajador Llorens se había reunido con políticos influyentes y jefes militares “para buscar una solución a la crisis” causada por el referéndum. La “solución” encontrada es notoria.”(1).

Pero eso no es todo. El 25 de junio llegó a Honduras John Dimitri Negroponte. Negroponte no es ningún improvisado, sino lo que se dice un hombre de larga trayectoria en tareas de inteligencia y prácticas contra-insurgentes. Y sintetiza además, la hipocresía y el caradurismo ilimitado con que se manejan los diplomáticos y agentes de inteligencia del capitalismo mundial, con la inestimable complicidad de los medios de comunicación. El prontuario de ideólogo torturador de Negroponte, una figura siniestra que sigue actuando y es hoy mismo asesor de Hillary Clinton, es realmente pavoroso. Sin embargo, Negroponte se considera con suficiente autoridad moral para hacer las veces de un escrutador mundial sobre el respeto a los derechos humanos, y al respecto ha sido uno de los principales críticos del gobierno venezolano. Negroponte inició su carrera como “diplomático” en Vietnam, donde cosechó su experiencia paramilitar con la que luego organizaría desde Honduras los escuadrones de la muerte que durante los 80 persiguieron, asesinaron y torturaron militantes populares en todo Centroamérica. Cuando Negroponte llegó a Honduras en 1981 como emisario de Ronald Reagan, se instaló la base militar de Soto Cano en Palmerola. Allí funcionó la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta «Bravo», que organizaba la “Contra” anti-sandinista y combatía las guerrillas de El Salvador y Guatemala. No es obra de la casualidad sino de la causalidad histórica, que fue precisamente en esa base donde Negroponte se reunió con la oposición y en particular con Romeo Vásquez ese mismo jueves 25 para planificar el golpe. Hoy Negroponte es asesor personal de Michelleti y por supuesto consultor de política exterior de la secretaria de Estado Hillary Clinton(2).

La estrategia norteamericana continuó con las negociaciones orquestadas por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, que no fueron más que una maniobra para ganar tiempo, desgastar y desmovilizar a la creciente resistencia del pueblo hondureño, e intentar estabilizar el régimen golpista. No deja de resultar sintomático, por cierto, dónde, cómo y con quién los militares dejaron a Zelaya al producirse el golpe: en Costa Rica, en piyama, para que lo reciba Arias. Pero quien mejor ha definido tanto el rol de Clinton como el de Arias en este proceso, ha sido el mismísimo Roberto Micheletti, quien el 17 de julio expresó su opinión a través del gentil ofrecimiento por parte del Wall Street Journal de su página editorial. Allí el presidente de facto, por un lado elogio a Clinton por haber caracterizado de «irrelexivo» un posible intento de retorno por parte de Manuel Zelaya, y aconsejó, al mismo tiempo, seguir la sabia política de la Sra. Clinton de apoyar los esfuerzos del Presidente Arias para «mediar las discrepancias»(3).

Capitalismo contra democracia

El golpe de Estado en Honduras fue efectivo por razones que se vinculan a una historia nacional de un ejército formado en la Escuela de las Américas y una oligarquía que jamás ha permitido ni siquiera estrechos márgenes de autonomía relativa del Estado. Pero como es sabido, este golpe excede los problemas meramente hondureños, y constituye sobre todo un intento de avanzar sobre una geopolítica latinoamericana demasiado independiente a gusto del imperio, y en particular contra los procesos de cambio radicales que se desarrollan en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Estos países, son junto a Cuba, los principales impulsores de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), y al golpear a Honduras apuntaron al eslabón más débil de este emergente espacio de integración. Pero no deberíamos olvidar que en el 2002 intentaron descabezarla, aunque allí fracasaron frente a un pueblo más organizado y un proceso más maduro. Como no pudieron destruirla desde adentro, ahora pretenden cercar la Revolución Bolivariana desde afuera, y aunque no exclusivamente, ese es uno de los principales objetivos del reconocimiento legal de la siete bases militares yanquis instaladas en Colombia. La mayor independencia de nuestros pueblos, que implicó por ejemplo el cierre de la base de Manta en Ecuador, ha convencido a Estados Unidos de la necesidad de fortalecer su presencia en territorio de su aliado incondicional, el narcotraficante Álvaro Uribe Vélez. Los yanquis están decididos a convertir a Colombia en el Israel de América Latina, esa es la peligrosa realidad. La riqueza de recursos naturales y la emergencia de procesos populares en nuestro continente por un lado, y la voracidad y el creciente guerrerismo del imperialismo yanqui por el otro, son las coordenadas sobre las que va a transitar la realidad político-social durante los próximos años.

Las razones por las cuales fue derribado el presidente Manuel Zelaya, ponen nuevamente de manifiesto una verdad histórica irrefutable: la burguesía acepta la democracia siempre y cuando esta sea lo más formal y vacía de contenido posible. Pero aún la democracia en términos liberales, es decir meramente institucionales-representativos, es un fenómeno que el capitalismo aceptó a regañadientes y sólo tardíamente, en el transcurso del siglo XX, como un sub-producto de las luchas y la presión ejercida por las clases subalternas.

El capitalismo logró, al escindir la esfera económica de la política, conceder ciertos derechos políticos universales sin afectar los intereses fundamentales de las clases propietarias. Sin embargo, la contradicción entre el antagonismo clasista esencialmente anti-democrático de la estructura económica y el mantenimiento de la democracia política, se ha resuelto en general sacrificando ésta última. El problema es que como lo ha señalado Atilio Borón, el reverso del liberalismo económico es el despotismo político, y la «mano invisible» del mercado suele transformarse en un puño de hierro menos metafórico. De esta manera, como tendencia, la lógica de la acumulación capitalista es incompatible con la democracia.

Este fenómeno se ha manifestado con particular agudeza en América Latina, donde el desarrollo de un capitalismo dependiente le ha dado un especial tono reaccionario y autoritario a nuestros Estados-nación. Las clases dominantes locales, subordinadas al imperialismo, cuando no lograron domesticarlos, han desatado baños de sangre para detener simples procesos reformistas. Los procesos que empezaron realizando reformas y se apoyaron en la movilización popular, fueron los que finalmente pudieron triunfar, desatando procesos revolucionarios anti-capitalistas. El caso más paradigmático es la Revolución cubana, la primer revolución socialista de América Latina, que por ese motivo ha podido permanecer para seguir alumbrando nuestras luchas y encendiendo nuestros sueños.

El neoliberalismo no ha hecho más que profundizar esta esencia anti-democrática del capitalismo. Si alguna virtud tuvieron los neo-conservadores fue expresarlo abiertamente, como el politólogo Samuel Huntington, quien señaló con su habitual contundencia que el problema no era el capitalismo sino la democracia. Así también lo hicieron los funcionarios de Ronald Reagan, en particular su otrora embajadora en la ONU, Jeanne Kirkpatrick, quien iniciados los 80 advirtió que su país prefería las dictaduras amigas frente a las democracias potencialmente hostiles(4). No es casualidad que la «democracia controlada» en Tegucigalpa se haya constituido en ese momento histórico, y su Constitución actualmente vigente haya sido promulgada en 1982.

Para la poderosa oligarquía hondureña las medidas que había comenzado a tomar Zelaya, un hacendado del Partido liberal ahora considerado un «traidor de clase», resultaban inaceptables. Tanto el aumento de un 50% en el salario mínimo en el sector público y privado, como el evitar la privatización y mantener bajo gestión pública la energía eléctrica, los puertos y el sistema de salud, como comenzar a participar de Petrocaribe en 2007 y del ALBA en el 2008. Pero el rechazo devino, sobre todo, porque Zelaya se pronunció a favor de desenvolver un mayor protagonismo popular. Y para ello era imprescindible modificar una Constitución hecha a medida de los grandes grupos económicos y de las quince familias que controlan todos los poderes en Honduras. Pero no hizo falta que Zelaya convocara a un Referéndum, como descaradamente mintieron los medios, sino que simplemente propusiera realizar una consulta no-vinculante para que el pueblo se pronunciara a favor o en contra de convocar a una Asamblea Constituyente. Para entonces todo estaba dicho, había que acusar a Zelaya de «anti-democrático», de pretender «perpetuarse en el poder» para…darle un golpe de Estado.

Latinoamérica y la alternativa socialista

Como lo ha señalado István Mészáros «La tercera fase, y potencialmente la más letal, del imperialismo hegemónico global, que está hoy en pleno funcionamiento, y corresponde a la profunda crisis estructural del sistema capitalista como un todo en el plano político y en el militar, no nos deja espacio para la tranquilidad o la certeza. Por eso, el siglo que iniciamos será necesariamente el de «socialismo o barbarie»(5). Y en este período histórico la urgente necesidad de mantener viva la llama de las alternativas anti-imperialistas y anti-capitalistas recae con particular responsabilidad sobre los pueblos latinoamericanos.

El desarrollo del poder popular es parte central de la construcción de una alternativa civilizatoria al capitalismo, tarea fundamental de este siglo que comienza. La lucha por desarrollar una mayor participación popular nos permite pensar en una dinámica transicional donde al mismo tiempo que enfrentamos al capitalismo, prefiguramos una perspectiva socialista fundada en la democracia de base, para que las frustraciones burocráticas de los «socialismos reales» del siglo XX nos sirvan de experiencia y no sean sólo un mal recuerdo. Es auspicioso, en tal sentido, el desarrollo de procesos políticos que se asientan en la participación y el protagonismo popular. La multiplicidad de movimientos y experiencias de lucha que hemos acumulado en estas décadas de resistencia al neoliberalismo a lo largo de nuestro continente son la base para luchar por verdaderas democracias, fundadas en el poder popular, que sólo podrán ser tales si nos permiten avanzar hacia el socialismo.

 

* Frente estudiantil de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA conformado por estudiantes independientes y las agrupaciones Colectivo de Izquierda-LA MELLA, Plan B, Un Solo Grito y Los Necios. Este artículo fue enviado para ser publicado en la revista del CEFyL – Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras.

1 Gelman, Juan, “Sabían y ayudaron un poquito”, en Página 12, Jueves 16 de julio de 2009.

2 «Estados Unidos y el golpe militar en Honduras. El halcón y el colibrí», por Juan Almendares, en Le Monde Diplomatique, Agosto de 2009.

3 August, Arnold, «El caso de Honduras: Washington en la cuerda floja», en Red Voltaire – www.voltairenet.org/.

4 Borón, Atilio, Estado, capitalismo y democracia en América Latina, Clacso, Buenos Aires, 2003, p. 242-253.

5 Mészáros, István, El siglo XXI: ¿socialismo o barbarie?, Herramienta, Buenos Aires, 2003, p. 95.

1 Comentario

  • Adrián dice:

    Todo bien pero más allá de los discursos, de Chávez comparandose con el fantasma del comunismo (ojo, no con el comunismo, con el fantasma que otros crean de él; no por nada hace poco Chávez sostuvo oponerse a una sociedad sin antagonismos de clase)… ¿Qué pasó el otro día en Bariloche? La única mala noticia para Uribe fue la gripe, con el tema de las bases salió como perro con dos colas.

    Y respecto a lo que señalan como «auspicioso» es algo realmente patético: incluso a integrantes de lo que es el MST allá, que son 100% chavistas, Chávez los ha sacado de sus posiciones sindicales, para reemplazarlos por gente de su tropa propia. Pero claro, el chavismo al lado de la revolución de octubre supera tal «mal recuerdo» y es un ejemplo de «democracia de base»!!!!!! Contate otro…

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