A 7 años del 19 y 20 de Diciembre del 2001, Seguimos Luchando por la Unidad del Campo Popular

Por Corriente Universitaria Plan B

La conmemoración de otro 19 y 20 de diciembre nos vuelve a situar en la espinosa senda de la reflexión crítica, el debate y el intercambio de ideas acerca de la significación de dichas jornadas a la luz de la coyuntura actual y su proyección en la historia de las luchas del pueblo y la clase trabajadora argentina y latinoamericana.

Al cumplirse 7 años de aquellas jornadas pareciera que nada queda por analizar. Como si la historia gozara de una insólita transparencia nos encontramos con que la significación social de aquel diciembre ha sido barrida y utilizada por los mentores más acérrimos del posibilismo para dibujar una suerte de «infierno» al que no se debe volver.

Desde nuestra visión, el 19 y 20 de Diciembre fue la expresión de un largo proceso de resistencias protagonizadas por diversos sectores del campo popular durante la década del 90′ que incluyeron desde las puebladas en el interior del país (Cutral-co, el Santiagazo, etc) hasta la conformación de movimientos de trabajadores desocupados en las grandes ciudades, en conjunto con las luchas sindicales llevadas adelante por los trabajadores ocupados. Estas jornadas significaron la apertura de una crisis social que se mantenía subrepticia y que, a partir del 19 y 20 de diciembre, se metamorfoseó en crisis política. Siete años después, nos encontramos con la necesidad de realizar una profunda autocrítica: los sectores populares no pudimos proponer una alternativa real para el conjunto de la sociedad, en parte, por la falta de una herramienta política de carácter democrático, antiimperialista y anticapitalista que pueda rearticular un nuevo bloque de poder en nuestro país.

Si bien el encolumnamiento de los sectores dominantes en su totalidad detrás del proyecto de dólar alto representado por el kirchnerismo ha significado un grado de sutura respecto del embrión de crisis política que se abrió hacia 2002, nunca se ha logrado recomponer aquella hegemonía noventista. Esto lo prueba lo difícil que le ha resultado al gobierno avanzar en la nueva institucionalidad que había propuesto en la campaña presidencial del año pasado, debiendo transitar diversos episodios de grandes turbulencias políticas.

Ahora bien, como Corriente Universitaria nos consideramos parte de un espectro político más amplio al que consideramos generacional y políticamente, con sus aciertos y sus errores, hijo del 19 y 20 tanto en las concepciones políticas, como en los métodos organizativos y las instancias de articulación. En este sentido, debemos visualizar cuales fueron las limitaciones y potencialidades de este proceso y que lecciones han sabido aportar a la historia de lucha del campo popular. En particular, uno de los aportes más grandes fue el carácter abierto y contingente de los procesos históricos y la necesidad de actuar conciente y organizadamente en ellos para transformar las relaciones de fuerza y dirimir las luchas a favor de los sectores populares. Desgraciadamente, aunque diversos sectores han tenido la voluntad de articular políticas de unidad y empezar a construir más allá de sus narices, todavía nos falta recorrer un largo camino en vistas a la construcción de un tipo distinto de sociedad.

Todavía nos queda pendiente en las universidades un debate real y serio acerca de que papel jugó el movimiento estudiantil en esas jornadas, y como se expresó ese proceso en las facultades. Es quizás esa la antorcha que debamos recoger, no para creer, como algunos lo hacen, que los procesos sociales se expresan en todos los ámbitos de las mismas formas, sino más bien para poder preguntarnos y comprender cual es la relación que existe entre la forma de llevar adelante la reconstrucción del movimiento estudiantil y una herramienta política del campo popular que sea capaz de proponer un proyecto de país al servicio de la clase trabajadora y el pueblo en su conjunto.

En la actualidad, y por primera vez en muchos años, se corre el peligro de que los sectores más rancios y retrógrados de la UBA sellen una alianza para volver a gobernar nuestro máximo órgano de representación estudiantil: la Federación Universitaria de Buenos Aires. Frente a esto, las fuerzas más progresivas de la Universidad (aquellas con las que compartimos un proyecto generacional hijo del 19 y 20) no podemos dejar pasar la oportunidad histórica de poder constituirnos en la punta de lanza de un proceso que tenga la capacidad, en tanto fuerza social, de vencer al llamado «reformismo» y encarar un proceso de democratización y transformación desde abajo en el cual los estudiantes sean protagonistas.

Esta situación es más grave si analizamos la realidad internacional, nacional, dentro de la cual se enmarca la ciudad de Buenos Aires. En medio de la crisis capitalista mundial más grande de las últimas décadas, el gran capital da grandes manotazos a los fines de conservar sus ganancias, intentando, como siempre, descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y las trabajadoras. A nivel nacional nos encontramos con un gobierno debilitado e insensible ante el creciente empobrecimiento del pueblo trabajador (conservando su retórica progresista sólo porque tiene presente más que ninguno el 19 y 20 de diciembre) volcándose cada vez mas hacia las estructuras mas tradicionales y regresivas de la política argentina. En la ciudad de Buenos Aires, nos hallamos frente a la consolidación de un gobierno neoconservador (producto del fracaso del llamado progresismo) que lleva adelante, sin pausa ni escrúpulos, su proyecto antipopular con tufo a privatización y represión. Ante este escenario, consideramos que nos debemos la tarea de plantar en todos los frentes, territoriales, universitarios, sindicales, etc, una política de unidad de los sectores más progresivos para el contexto actual. Debemos asumir las tareas que el proceso abierto desde diciembre de 2001 nos plantea: construir un política de unidad de los que luchan día a día, barrio a barrio, para poner a nuestro país a la altura de los vientos que soplan en nuestra América Latina, porque «seremos como el che» sólo si podemos comprender cuales son las tareas del momento, sabiendo que nuestro proyecto generacional recién comienza y que nos podemos equivocar, pero que en política se avanza o se corre el riesgo de entrar en una oscura noche en el que el sol puede tardar mucho tiempo en volver.

El futuro es nuestros, compañerxs, de nosotros depende

Este 20 de diciembre la lucha continúa: tomemos las calles, nuevamente.

12:30 hs: salida de la Caravana Cultural por la Unidad y la Participación Popular por los barrios de Buenos Aires desde Av. Piedra Buena y Zuviría (Villa Lugano)

13hs. Flores Sur: Av. Eva Perón y San Pedrito (Pza. de los Virreyes)
14:30hs. Flores: Av. Rivadavia 7000 (Pza. Flores)
16hs. Bajo Flores: (Av. Riestra y Bonorino)
17:30hs. Barracas: Villa 21-24 (Barrio San Blas)
19hs. Pque. Patricios: Av. Caseros 2300 (Parque Ameghino)
20:30hs. Acto y Festival de cierre: Plaza España (Av. Caseros 1500).

17 hs: concentración en el Congreso para marchar a la Plaza de Mayo.

La sangre derramada no será negociada: Juicio y Castigo a los responsables materiales e intelectuales de la muerte de 30 trabajadores en el territorio argentino.

Que la crisis económica la paguen los de arriba: Prohibición de despidos y suspensiones. Aumento salarial ya!

El hambre es un crimen. Subsidio universal para la niñez

CORRIENTE UNIVERSITARIA PLANB
Trabajo, Unidad y Organización para construir una Universidad al servicio del Pueblo