Alfonsín y los 25 años de Democracia

Lucas Clark

Juventud Radical MORAFE – Capital Federal

 

Esta semana se cumplen 25 años de la elección que significó el fin de la dictadura militar y la vuelta a un sistema político republicano y democrático en la Argentina. Ese 30 de Octubre de 1983 se eligió la vida y la libertad de pensamiento, luego de años oscuros donde el pensar distinto podía significar una condena a muerte. Ese 30 de Octubre, Raúl Alfonsín fue electo Presidente de todos los argentinos.
Ya varias personas se han dedicado y se dedicarán a hacer un balance de la obra de su Gobierno, pero al cumplirse este aniversario de su llegada al poder, tenemos la oportunidad de hacer un análisis más amplio de su figura y de su significado para nuestra República.
Alfonsín nos enseñó que la democracia no implica que la mayoría tenga razón, y que ser un demócrata implica defender lo que se cree justo, pero aceptando el veredicto de la sociedad.
Su perseverancia en la defensa de los valores democráticos, inclaudicable en sus convicciones pero reflexivo ante las críticas, algunas benevolentes y otras feroces de sus adversarios y de sus correligionarios, demuestran la hombría de bien, la tenacidad y el compromiso para transformar la realidad de quien tuvo la responsabilidad de conducir la transición de la Argentina hacia un sistema democrático de gobierno.
Alfonsín fue siempre parte de la historia porque decidió que nadie escribiría la suya, sino que la construiría el mismo, y por ello, siempre permanecerá ahí, pero no como un cuadro ni como un busto, sino como un ser humano, que acertó y que se equivocó, pero que fue valiente y coherente con sus ideas y que nunca renunció a su lucha: fortalecer la Democracia como método para construir un país mejor.
El mejor homenaje a este hombre es aplicar la rebeldía, esa que él practica y genera, incentivando o haciendo reaccionar, acertando o equivocándose. Esa rebeldía que implica cuestionarnos a nosotros mismos y a los demás, poniéndole el cuerpo al porvenir, revitalizando los valores del radicalismo desde la acción y el trabajo, formándonos para la gestión pública para poder honrar las responsabilidades que la ciudadanía nos de, y no conformándonos con rememorar Un Cálido Recuerdo.
Sigamos discutiéndole. No intentemos que pase a la historia como un héroe mítico, no lo santifiquemos, no hagamos un dogma de su palabra. Una persona que siempre alentó el pensamiento crítico y la acción como herramientas para construir ciudadanía no merece ser convertido en una bandera pasiva y testimonial de una parte de la historia en la que los radicales fuimos felices.
El conocimiento persigue la búsqueda de certezas, pero si se deja de añadir el ingrediente del debate permanente como brújula, y del estudio y la formación como crecimiento, volveremos inexorablemente al camino de la ignorancia. No hay que claudicar las convicciones propias ni enterrar las ilusiones y esperanzas ajenas y eso requiere esfuerzo y sacrificio.
La palabra y la enseñanza del Dr. Alfonsín no constituyen una biblia laica, son la muestra de un valiente camino para asumir con coraje, el de demostrar que la política y la democracia sirven para cambiarle la vida a la gente.
La UCR debiera aprender de su ejemplo y seguirlo no solo desde la mística, el cántico y el homenaje, sino desde la acción, y esto significa no aceptar lo predispuesto, no vivir la vida que otros dicen que hay que vivir y perseguir incansablemente la utopía para hacer posible lo imposible.
Debemos agradecerle por estos 25 años de Democracia, pero fundamentalmente debemos completar su tarea que hoy es la nuestra: la de construir un país federal y solidario, conjugando libertad con igualdad y actuando con ética y responsabilidad.

1 Comentario

  • elpepe dice:

    Alfonso le hizo bien al pais al arribo de la democracia, esperemos que sus seguidores comprendan que hay que estar a la altura de las circunstancias hoy, como hace 25 años

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