Por Charo Ramos
@cafeesamor
Y un día, finalmente, leí El cocinero. La novela de Harry Kressing, publicada originalmente en 1965 fue editada en español por La Bestia Equilátera, una de mis editoriales fetiche. Había demorado la lectura de esta novela porque pensaba que me iba a dar miedo, que era un policial negro y no me animaba. Por suerte, gracias al club de libros Escape a Plutón, El cocinero llegó a mis manos.
El timing no podría haber sido mejor: desde que empezó la cuarentena, en marzo de 2020, la gran mayor parte del tiempo la ocupo en pensar qué voy a comer después. Qué falta comprar. Qué receta voy a probar. Estoy colonizada por el tema, como lxs personajes de este thriller de baja intensidad, van a terminar estándolo.
Conrad Venn, un chef de la ciudad, llega -en algún momento temprano del siglo XX- al pueblo de Cobb, en Inglaterra. Conrad es en sí mismo llamativo, altísimo, vestido íntegramente de negro, con una mirada penetrante, y vamos a ver a lo largo de la novela, que su personalidad es todavía más convocante. El cocinero llega al pueblo para ocupar el cargo de jefe de cocina en la mansión de una de las dos familias más importantes, los Hill. Muy pronto y gracias a los encantos de su gastronomía y su psiquis entreverada, va a tener comiendo de su mano a todo el mundo.
Hay cuestiones que podrían ser muy polémicas -como una relación con la gordura que roza el gordoodio-, pero están tan bien tratadas que dan cuenta del pensamiento de la época y de las -pocas- respuestas disponibles.
Está escrita de forma sencilla, cero pretenciosa, pero transmite la locura de cada personaje a la perfección. 5/5 cafecitos.