Las escalofriantes aventuras del algoritmo

Por Charo Márquez
@cafeesamor

7 cafecitos

Cuando Netflix te da cosas buenas, es mejor aprovecharlas. El 26 de octubre se estrenó la primera temporada de Chilling adventures of Sabrina, producida por el mismo equipo que Riverdale, y basada en un cómic de Roberto Aguirre-Sacasa. No se parece en casi nada a la Sabrina La bruja adolescente con la que muches de nosotres crecimos, y pese a todo, les milenials estamos fascinades.

La nostalgia opera de forma de misteriosa pero siempre efectiva. En Rotten tomatoes, la primera temporada tuvo un 89% de aceptación por parte del público, las redes sociales estuvieron todo el fin de semana hablando del tema y, además, justo la lanzaron en las vísperas de Halloween. Pero no todo el éxito está basado en nuestra necesidad de rememorar el pasado constantemente. El algoritmo de Netflix lo hizo de vuelta: armó un combo explosivo lleno de referencias a la cultura pop y televisiva y a los movimientos sociales más relevantes de los últimos años en todo el mundo, especialmente el LGBTIQ+, el feminismo y la interseccionalidad.

Como suelo hacer cuando pienso en estos temas, hablé con Tamara Tenenbaum y me planteó lo siguiente: el feminismo que muestra la serie es el de los slogans, los pins, los pósters. Como si ahora para gustar entre les centenials y milenials hubiera que incorporar sí o sí guiños temáticos.

Sabrina (interpretada por quien hizo de la hija de Don Draper, a quien vimos crecer en pantalla hasta convertirse en un ícono de la moda, ‎Kiernan Shipka) es una chica blanca, cis, hetero, clase media, anglosajona y sale con un varoncito wasp que -digamos todo- tiene menos onda que un renglón. Pero les dos mejores amigues de la protagonista son una chica negra, Roz, y une no binarie, Susie (quien le pone el cuerpo a este personaje es una persona no binaria, Lachlan Watson: vean, productores argentines, que sí se puede). Siguiendo la hermosa tradición de Freaks and Geeks y Glee, a Susie le hostigan. Muestran el bullying en una de sus caras más crueles. Sabrina toma cartas en el asunto y usa la vía institucional, pero si no hay justicia, habrá magia negra.

Porque Sabrina, además de todo, es medio bruja. Y no porque sea mediocre sino porque su madre era, podríamos decir trayendo a Harry Potter, una muggle. Sus habilidades hechiceras a veces la alejan del mundo de les mortales y la llevan al plano mágico -siempre reforzado por una distorsión en la imagen, como para que le espectadore no se pierda ni por un milisegundo-, a otra escuela, a otra estética y a ser, quizá, menos buena.

Su gran compinche en esta aventura mágica no es Salem (ya las redes se agotaron de las quejas por la falta de habla del gato), sino Ambrose. Un varón negro, joven y gay que está confinado a la casa familiar de Sabrina por un hechizo tiempo atrás. Este acompañante, además, es la primera persona que tiene sexo en la serie y es una escena con un varón. Respecto de esto, Tamara Tenenbaum me hizo notar algo medio clave: en esta serie, les adolescentes muggles no desean, son castes y correctes. La fantasía de Sabrina es casarse con Harvey con quien nunca se dio más que un beso. Susie tiene un look no binario pero no se deja ver cuál es su identidad sexual, lo mismo que Roz. ¿Hace falta que se muestre? Quizá no, pero las preguntas de les centenials van en ese sentido, no es solo colgarse un pin en la mochila, es preguntarse cuestiones profundas, evaluar los costos de enunciar la decisión, renunciar al camino vital celebrado hegemónicamente, afrontar pérdidas y frustraciones. Hay todo un universo del deseo y de la pregunta que no se muestra nunca en la serie, y no es un spoiler, o lo es justamente por lo que la trama omite.
Sin embargo, mientras los sectores conservadores, las fuerzas blancas del universo se organizan, crecen y avanzan, Sabrina, Roz, Susie y Ambrose les presentan batalla.

Es una serie entretenida y con guiños políticos para les que necesitamos no salirnos tanto del verosímil y sentirnos reconfortades y abrazades por lo levemente familiar y conocido con tintes nuevos.