Ideas nuevas para una primera (y segura) cita en Buenos Aires

Por Charo Márquez
@cafeesamor

“Mañana tengo mi primera cita con una chica”, me escribe una amiga por DM. Me emociono, le pido que me cuente todo. Con lujo de detalles me entero en qué plataforma estaban (toda app es política y acá recomendamos con énfasis usar OkCupid -no es un pnt, aunque nos encantaría-), quién le habló primera a quién, qué se contaron, quién propuso la salida y qué van a hacer.

Acá empieza el problema: si bien Buenos Aires es una ciudad exageradamente grande y hay miles de bares, gastropubs, centros culturales, y un largo etcétera, cuando tenemos que elegir un lugar no sabemos adónde ir. Pero como Juventud Informada tiene la misión de facilitarnos la vida universitaria y también la amorosa decidimos hacer una lista de planes para una primera cita.

Lo más habitual es ir a un bar, pero cómo decidimos entre la oferta enorme que hay. Si vamos a estar en una cita con alguien de nuestro mismo género, el filtro se impone casi solo: ¿el lugar que estamos considerando es lgbt+ friendly?
Una opción es descartarlos si no aceptan tarjeta; otra es elegir solo aquellos que tengan menú sin TACC. También podemos necesitar que el lugar sea accesible para personas con sillas de ruedas o movilidad reducida. Todo esto está en Google Maps.

Pero si queremos lugares que además nos cuiden en caso de que nuestra cita no resulte como esperábamos, la lista se achica notoriamente. Pregunté en Twitter si alguien conocía bares que prestaran este servicio (además del Club Cultural Matienzo que realizó una capacitación con la Red de Mujeres) y me pasaron los siguientes lugares:
Vuela el Pez
JJ Circuito Cultural
Antares (de Caballito)
La Quince

Pero hay otras opciones que van más allá de lo tradicional: la mesa, las sillas altas en las que quedamos medio paradxs o con las piernas colgando, la velita que se interpone si nos queremos dar la mano pero que tampoco nos deja leer el menú. Allá vamos.

Otra amiga me contó que en marzo tuvo una primera cita hermosa: fueron a una especie de batalla de reggae en Niceto. Él pagó las entradas y ella las birras. Bailaron, hacía calor, hablaron, bailaron más pegadxs, chaparon. Salieron, fueron a comer pizza y después a la casa de él. Siguen juntxs desde entonces. Siendo 2018 es lo más cerca que estamos al “fueron felices y comieron perdices” de los cuentos de hadas.

También podemos ir al Centro Cultural Recoleta que últimamente está teniendo cada vez más propuestas en horario matineé y, además, es gratis. Podemos sentarnos en el Patio de los Naranjos a jugar a que somos de la aristocracia de principios de siglo, pasear por la terraza y ver el verde de Plaza Francia hacia el río. Bar adentro no hay más, es verdad, pero si queremos, tenemos un Esperanza de los Ascurra a unas cuadras, escondido en uno de los lugares más bellos de la ciudad.

El que viene es un intermedio porque técnicamente es un bar, pero sobre todo es un reducto de freaks del vino. La Cava de Jufré es una esquina mínima de Villa Crespo que ofrece una carta de vinos enorme y pusieron un bar. Aconsejan, lxs que saben, ir con alguna idea de lo que queremos tomar para no marearnos. Yo prefiero ir y entregarme a las opciones que me ofrezcan. Realmente saben mucho. La bebida se puede acompañar con algunas cositas muy ricas para comer -tortilla, empanadas-.

Si estamos con ganas de tener una cita más lúdica, recomiendo fuerte fuerte ir a alguno de los arcades que abrieron en Capital. El más nuevo es El Destello en Palermo. La onda es ir a tomar una cerveza tirada, escuchar música y jugar unos fichines. No sé para ustedes pero para mí es un planazo.

Consejos de seguridad

Para que todo esto suceda como queremos, que la noche sea divertida y fluya y haya deseo, consentimiento y magia, necesitamos tomar ciertos recaudos.

Lo primero es saber con quién nos vamos a encontrar. A veces suena un poco anticuado pero si conocemos a alguien por una app o red social, es probable que no sepamos ni siquiera su nombre completo. Quizá el dato no nos diga mucho, es cierto, pero nos va a dar tranquilidad. Podemos googlearlx, preguntarle a nuestrxs amigxs si lx conocen (al principio de la nota dijimos que esta ciudad es enorme, si incluimos el conurbano, es directamente un país. Pero no olviden que estamos a seis grados de separación).

Otro consejo es avisarle a alguien de confianza dónde vamos a estar (podemos compartir nuestra ubicación de Google Maps a través de Whatsapp) y acordar un horario en el que nos reportemos. Si no la estamos pasando bien, podemos pedirle a nuestrx amigx que nos llame o usar ese intercambio de excusa para irnos.

Tengo amigas que, además, incorporan un código para una situación de peligro inminente. En ese caso, nuestrx amigx tiene que llamar al 911 y mandar un patrullero al lugar.

Vivimos en un país en el que una mujer (cis o trans) es asesinada cada 18 horas y hay 50 denuncias por día de ataques sexuales. Si bien el lugar más inseguro sigue siendo nuestra propia casa y nuestra familia, cuando vamos a salir con desconocidxs, es mejor estar prevenidas. Esto vale, por supuesto, para mujeres cis y trans, para heteros, tortas y bisexuales y para varones cis y trans no heteronormados. Pueden leer los testimonios tremendos que miles mujeres y lesbianas compartimos en Twitter usando el hashtag #Cuentalo durante el fin de semana.

Si necesitan ayuda, en cualquier punto del país y a cualquier hora pueden llamar gratis a la Línea 144.

No queremos ser amarillistas ni mucho menos conservadorxs. Queremos vivir una juventud divertida y aguerrida. Queremos desear y expresarnos, que nos deseen y bailar hasta el mediodía. Pero para hacerlo tenemos que estar en ambientes seguros y con personas que nos cuiden y transmitan confianza. Cuidarnos es un acto revolucionario.

Foto: Cortesía de https://twitter.com/meli_dubois