Comunicado sobre la sesión del Consejo Superior de la UBA

Por Unidos y Organizados

Ante los hechos que se sucedieron en estas semanas, desde el kirchnerismo universitario que estudia, enseña y construye en esta casa de estudios, deseamos hacer un llamado a la reflexión a toda la comunidad académica. Luego de que fuera designado por este Consejo Superior hace poco más de un año y con el repudio de gran parte de los tres claustros de esta Universidad, el vicerrector Darío Richarte presentó una solicitud de licencia para luego acercar su renuncia.
Al día de hoy, diferentes actores de la Universidad intentan capitalizar el hecho como una victoria partidaria y gremial. Otros, seguramente, hayan recibido la noticia con beneplácito desde sus despachos. Desde nuestro espacio, entendemos que es menester resaltar que el desenlace de los hechos se da en un marco político más complejo que excede las pujas internas y las paredes de la UBA. De hecho, y sin ir más lejos, las presuntas “razones personales” a las que hace referencia el vicerrector al principio de su pedido de renuncia contrastan con sus propias apreciaciones -al final de la nota- sobre la conveniencia de su alejamiento de la UBA.
Lo cierto es que esta decisión se da en el marco del proceso de democratización de los servicios de inteligencia, llevado adelante por el Gobierno Nacional, proceso en el cual el ex Vicerrector queda desenmascarado ante la sociedad como parte integrante de una de las peores facetas de la historia argentina. Son conocidas las responsabilidades morales y políticas que cargan sobre la coalición de Gobierno de la que formó parte el Dr. Richarte y su participación, específicamente, en la ex SIDE, responsabilidades que ya fueron especificadas por nuestro espacio en la sesión anterior de este Consejo. Comprendemos que no habría sido grato para el Rectorado ni para este Consejo tener que atravesar un escándalo político por contar entre sus filas con un ex miembro de la SIDE. Es en ese marco que hay que entender la renuncia del hasta ahora Vicerrector de nuestra Universidad.
Sin embargo, sostenemos que el problema no son una o dos personas, sino una lógica de construcción de poder y de administración de los recursos del Estado que impera en esta casa de estudios desde hace décadas. La UBA funciona amparada en una concepción sesgada de autonomía universitaria.Por eso resulta imperante que abramos el debate e incluyamos en la agenda de la UBA, la necesidad de DEMOCRATIZAR nuestra Universidad: la creación de un Consejo Social, la voz y el voto para los no docentes, la representación de los claustros del co-gobierno, la redistribución y transparencia presupuestaria y la adhesión al Convenio Colectivo de Docentes Universitarios.
Néstor y Cristina nos enseñaron que la política es una herramienta de transformación. No nos conforma el maquillaje social que esta nueva gestión quiere imprimirle a la UBA. Queremos una UBA plural, democrática y transparente. Para ello debemos, de una vez por todas, retormar el debate por la Democratización de la UBA con todos los actores de la comunidad académica.

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