Homenaje de la UNC a Estela de Carlotto

En el marco del ciclo de Derechos Humanos “Aquí y Ahora”, organizado dentro de las conmemoraciones por el cuarto centenario de la UNC, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, fue homenajeada con la “Distinción a la labor científica y social en defensa de los Derechos Humanos, la Memoria, la Verdad y la Justicia” de esta casa de estudios.
En las palabras iniciales de la ceremonia, la rectora de la Casa de Trejo, Carolina Scotto, valoró los 35 años de militancia de Abuelas de Plaza de Mayo y subrayó su trabajo incansable en pos de la recuperación de los nietos apropiados.
Scotto entendió que la proclama “Verdad, memoria y justicia” está convirtiéndose en una efectiva política de estado en la actualidad. Valoró esto como un ejemplo para generaciones futuras y los países del mundo que no han logrado encarar las heridas del terrorismo de Estado y los delitos de lesa humanidad como lo está haciendo Argentina: con intervención de la justicia, sin venganza pero con esperanza.
Destacó, además, el compromiso institucional con el que esta casa de estudios viene trabajando sostenidamente, junto a los organismos de los Derechos Humanos, en la sensibilización, difusión y formación, con un acompañamiento en la militancia. Y explicitó el honor que representa para la UNC homenajear a Estela de Carlotto y, en su figura, a todas las Abuelas de Plaza de Mayo.
A su tiempo, Carlotto admitió su pudor ante tantos honores y ponderaciones. “Soy una mujer común, hago lo que debo, lo que quiero, lo que me dicta mi amor, mi dolor y el de mis compañeras”, explicó.
Sobre la vasta historia que atesora su lucha y la de Abuelas, se sinceró: “Los periodistas nos entrevistan y nos hacen contar la historia. Retroceder con el pensamiento tantos años… Ahí tomamos dimensión de cuánto caminamos. Ese bastón lo tenemos por los años, pero también de tanto andar y porque nunca nos arrodillamos”, afirmó y recibió una unámine ovación.
Aclaró que todos los méritos son colectivos. “Nunca hubiéramos podido hacer nada solitas. Si no es mancomunadamente e intercambiando ideas. Cada una haciendo lo que sabía, cada una daba lo que podía de acuerdo a su cultura, su estado anímico y su posición social. Todo intervino en esa conjunción de Abuelas”, explicó.
Carlotto recordó cuando aún en la incipiente búsqueda de su hija Laura y su nieto Guido, le aconsejaron sumarse a otras mujeres que atravesaban por la misma angustia. Así fue que su camino se unió al de otras abuelas, algunas de las cuales habían comenzado su desandar en 1976. Aclaró que no se encontraba entre las 12 fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, que como institución nació en 1977.
“Honestamente, jamás pensamos que íbamos a tener que durar para siempre. Éramos muy inocentes. No sabíamos que se estaban creando centenares de centros clandestinos de detención para la tortura, la vejación y la muerte. No sabíamos que esos niñitos iban a nacer en condiciones infrahumanas, que nunca iban a vivir con nosotras. Visitamos casas cunas, juzgados de menores, pero siempre las puertas cerradas. Juntarnos fue maravilloso, porque al día siguiente ya no era una sino dos, conversábamos, empezamos a viajar y a acomodar nuestra vida”, relató.
En ese contexto, compartió cómo debieron cambiar los roles en sus familias. Ellas se embarcaron en la búsqueda de sus seres queridos y sus parejas se quedaron en sus casas, una estrategia que buscó evitar la persecución y desaparición de los maridos, que eran vistos por la dictadura como una amenaza mayor que las madres y abuelas. “El hombre era el peligroso. La mujer era la loca, la tonta. Nos subestimaron tanto y se equivocaron tanto. No porque seamos especiales, sino porque cuando una mujer es herida en lo profundo, que es un hijo y se le arrebata de esa manera, se transforma”, compartió.
Sobre la violentación de los derechos por parte de la dictadura cívico-militar, Carlotto subrayó que esa herida todavía no está resuelta, puesto que aún se desconoce el paradero de cuatrocientos nietos.
“Todo lo que se está haciendo, no son actos de venganza, ni de odio, ni revancha. Son actos de justicia. No se formaron tribunales especiales, son juzgados como cualquier delincuente, sólo que son genocidas”, afirmó.
Opinó que en Argentina todavía se está aprendiendo a ser democrático. “Mucha gente aún debe aprender a entender que, aunque no pensemos igual, no somos enemigos, sino argentinos. Las Abuelas supimos hacerlo. No tenemos odio, la palabra amor está siempre presente, así como la alegría de vivir”, agregó.
Resaltó el orgullo que sienten los padres de hijos desaparecidos y valoró el ejemplo que dejaron al país. Admitió que hasta hace 35 años, no tenía una visión clara sobre cómo estaba avasallado el pueblo argentino. “A muchas de nosotras, nuestros hijos nos despertaron”, sintetizó.
“La sangre derramada no fue en vano. Ellos están presentes con nosotras, nos acompañan y nos dan fuerzas. Nos acostamos cansadas, pero nos levantamos de nuevo para resucitar todos los días y seguir caminando. Y lo haremos mientras tengamos vida”, ratificó.
Sobre la película, Carlotto reconoció que durante seis años su director intentó convencerla de filmarla, hasta que ella aceptó. Reseñó que en realidad no se trata de su vida personal, sino de todas las madres y los hogares que tuvieron que salir a hacer cosas desconocidas y peligrosas, imposibles de pensar, en búsqueda de sus hijos.
“Hay un marca que tiene la sociedad. Somos un país valiente, que nunca bajó los brazos. No somos sólo las Abuelas. Hay que seguir así. Lo que ya se sembró –y lo hicieron personas que lamentablemente ya no están en la política– dejaron la semilla y está floreciendo”, completó.
UNC