El 28 de febrero pasado se desplomó el techo del anfiteatro C, una de las aulas más grandes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Tucumán. Esto ocurrió a las 6.30 de la mañana, sólo una hora antes del comienzo de las clases, por lo que podría haber ocurrido una tragedia ya que allí cursan 300 alumnos.
Sumado a esto, al realizarse los peritajes correspondientes se descubrió que los anfiteatros A y B también habían sido construidos con falencias, y los corredores que llevan a los mismos fueron demolidos y las tejas de ambos se retiraron, dejando al descubierto el deterioro de la madera con el que fueron construidos.
Esa misma semana, el rector de la UNT Juan Alberto Cerizola reconoció públicamente que los expedientes donde consta toda la información sobre los responsables de la construcción se encuentran «extraviados», por lo que no hay manera de ubicar a los responsables. Los 18 mil alumnos de la Facultad se encuentran actualmente sin un lugar para cursar, lo que provoca un alto nivel de deserción y un éxodo a otras instituciones académicas.
Hasta el momento, las autoridades de la UNT no han presentado ningún plan concreto para saber cuándo se podrá volver a dictar clases para no perder el año lectivo. El rector informó que hay un compromiso para la construcción de un anfiteatro con capacidad para mil personas, por un costo de 6 millones de pesos. Aún no hay fecha de licitación concreta, por ende mucho menos fecha de inicio de construcción.
En una nota dirigida y entregada en mano al ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UNT (CUEFyL) manifestó: «Los fondos desde siempre cuestionados de la mina, que hacienden a más de 530 millones de pesos anuales, además de ser ilegítimos, son claramente inútiles. Solo sirven para el desarrollo de una política clientelar de compra de voluntades que ha llevado incluso, a altos funcionarios de la UNT, a declarar en la justicia por cohecho Y malversación de fondos. La compra de voluntades, que se extiende a contratos masivos de familiares, gastos faraónicos para el funcionamiento de agrupaciones estudiantiles adeptas, que sistemáticamente entregan las conquistas más caras del movimiento estudiantil, son moneda corriente».
Por todo esto, el CUEFyL mocionó, siendo aprobada por mayoría, la «ruptura inmediata del vínculo de la UNT con la mina La Alumbrera, porque consideramos incoherente que nuestra formación como profesionales, sea sobre la base de la destrucción de la vida de nuestros ciudadanos, de nuestros recursos naturales y del enriquecimiento ilícito de los funcionarios corruptos que hoy gobiernan nuestra universidad».
