No Existe la Mala Publicidad

Por Mara Duer

Barack Obama comienza su mandato el día 20 de Enero. Cuando fue nominado al premio Nobel de la Paz había asumido como presidente hacía menos de un mes. El proceso de selección para el afamado premio se inicia en septiembre cuando se envían las cartas de invitación y tiene como fecha límite el 1 de Febrero. Entonces es cuando nos preguntamos: ¿cuál es el mérito que lo acredito a diez días de su mandato a ser merecedor de este premio?

¿Es entonces un premio a la diversidad y a la tolerancia norteamericana?.  Este año el premio se viste de negro, como una suerte de reconocimiento al supuesto giro a la izquierda de la mayoría de la sociedad norteamericana. Podría pecar de una premiación racista si ese fuera el caso, especialmente en un país que se destaca por una larga historia esclavista y racial.

¿Es que el mundo se volvió loco por Obama?. El ser negro, usar nombre musulmán, y haber prometido nuevos aires lo convirtió en la esperanza del mundo. Fueron más de 8 años en que los Estados Unidos sostuvieron una actitud netamente belicosa con el objetivo de mantener el dominio en la geopolítica mundial. Desinteresada de cualquier otro método de interacción con el mundo, Estados Unidos empantanó más que nunca las relaciones con el mundo árabe y arrastró a Europa junto con ellos. En este contexto el líder demócrata, asombró al mundo entero proponiendo derribar la  la batalla contra el mal para sentarse a dialogar.

Puede ser insuficiente, pero el cambio de paradigma es radical, y a los objetivo de la Europa actual es suficiente. Todos los demás premios Nobel (física, química, literatura, etc) tienen otro matiz, pero el premio a la paz carga con otra simbología. Es una condecoración política, un acto político en si mismo, para promover una acción, legitimar una negociación o estimular un acercamiento, y mantener en vigencia al Nobel. A veces premios fallido como los acuerdos de Oslo que nunca fueron y otros mas marketineros como el caso del acusado por crímenes de guerra Henry Kissinger, gran político, gran estratega, pero bajo ningún modo un pacifista.

“Todas estas cosas han contribuido a – no diría a hacer el mundo más seguro – pero a crear un mundo con menos tensión”. Así defendía la decision el comité.  Pero si buscamos en Irak o en Afganistán no vamos a encontrar ciudadanos muy relajados, o en Honduras o Colombia no vamos a encontrar poblaciones muy pacificadas ni desarmardas, sino justamente lo contrario. Lo mismo pasa en Medio Oriente, Palestinos e Israelíes toman el premio con cinismo y esperanza. Es el mismo Obama que parece perplejo e incomodo ante la selección “Yo acepto este premio como una llamada a la acción”. Obama quedo atrapado en sus promesas. No es que ya tenga descredito absoluto pero ha quedado acorralado.

Si se convierte en un elemento de empoderamiento para la concreción de sus promesas y proyectos va a haber valido la pena. Si, por el contrario, va a crispar más a sus enemigos internos y obligarlo a continuar con la carrera militarista quedará como un títere y  será el comienzo del fin del Superhombre. Hoy la Casa Blanca, medio a escondidas, avergonzada, refuerza el envío de tropas a Afganistan. La seriedad de Obama comienza a ser cuestionada y el premio, para suerte de la fundación, sigue estando en boca de todos.

1 Comentario

  • Nahuel Cornejo dice:

    Se cambio el titere blanco por el titere negro. Mas de lo mismo.

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