Frente a la iniciativa del Ejecutivo, Hourest opinó que “el ciclo histórico de la mercantilización de la Seguridad Social parece llegar a su fin. Un sistema que aun en los casos planteados como exitosos, hacía que las jubilaciones dependieran de tasas de interés, que crecieran más que el producto y los precios, convertía a los fondos de pensión en verdugos de los trabajadores, que veían peligrar sus empleos y salarios por el mantenimiento de ese sistema.
En este sentido, agregó, diferenciándose del sistema privado, que “la Seguridad Social es un acuerdo social entre generaciones, no un mercado que se agranda cuando se incrementa la valorización financiera de capitales”.
Criticando a los bancos, sostuvo que “son los responsables estratégicos y patrimoniales de este sistema, por lo que no puede plantearse como solidaridad con los futuros jubilados una política que proteja y sustraiga a los bancos de las demandas de los trabajadores, cuando ellos consiguieron ganancias extraordinarias con las tasas, cobraron comisiones multimillonarias que salieron de los aportes”.
Ante el planteo de una solución, Hourest sostuvo que “hay que marchar a un sistema integral de Seguridad Social universal y solidario, financiado con aportes de trabajadores, empresarios y el Estado. En ese marco restituir las contribuciones patronales para las medianas y grandes empresas que acercarían cerca de 10 mil millones de pesos al presupuesto nacional”
Tomando como eje principal un modelo de seguridad social en la Argentina predominantemente público, finalizó expresando que “la seguridad social no debe depender de la situación de cada mujer y hombre en el mercado de trabajo, sino reconocerlos como poseedores de una parte de la riqueza colectiva cuando ya han dejado de producirla. Como complemento de los ingresos que le provee el sistema universal y solidario, cada trabajador podría recurrir a instrumentos o instituciones de ahorro voluntario, que no integraran el sistema publico”.
