Un estudiante de la UNCuyo creó un robot para usar en Marte y lo probó en la NASA

Marcos Bruno estudia Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Cuyo. Tiene veinte años y hace poco volvió de Utah, en Estados Unidos, adonde llevó un robot que crearon él y su amigo Gabriel Caballero. Este robot, del tipo rover –porque tiene ruedas–, tenía la misión de instalar un GPS en Marte. Para esto, el artefacto cuenta con cuatro ruedas y una especie de grúa, además de un motor que permite instalar instrumental y hacer girar un tornillo. También tiene una cámara, que es el celular de Marcos, y un router WiFi que posibilita la comunicación con una computadora.

El joven estudiante estuvo quince días probando el robot y tuvo que enfrentar y solucionar los problemas técnicos del día a día. El trabajo tuvo buenos resultados y todo su proyecto de investigación estará en un journal, un escrito académico que publicará aproximadamente dentro de tres meses The Mars Society.

La importancia de esta iniciativa reside en que, en la actualidad, la gente tiene la posibilidad de incidir en hechos científicos que están muy próximos y que serán históricos. Por ejemplo, la llegada del hombre a Marte, que se estima que sucederá en catorce años, si los avances continúan.

Los acontecimientos futuros pueden asimilarse mucho a cuando el hombre pisó la Luna, hace 47 años, pero en ese caso participaron muy pocas personas. Según Marcos, hoy en día cualquiera puede hacer una investigación e influir en que las cosas salgan bien para cuando el hombre visite Marte.

En lo particular, la finalidad de quienes hacen proyectos de robótica –como es el caso de este mendocino– es que los robots, por ahora, hacen tareas que los humanos no pueden hacer, porque no están en ese planeta. Pero en cuanto puedan viajar, los autómatas podrían ayudar en la tarea humana y sustituirlos en caso de, por ejemplo, una tormenta de arena frente a la cual el hombre no podría sobrevivir, pero el robot sí.

Por otro lado, Bruno también participa de un proyecto de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, que consiste en ofrecer microscopios que cuestan un dólar a países en vías de desarrollo o de escasos recursos. Esta es una iniciativa que podría cambiar radicalmente las prácticas y posibilidades de cualquier persona. El investigador imagina una facultad de Medicina donde cada estudiante pueda tener un microscopio en el bolsillo, centros de salud que puedan agilizar, incluso, los diagnósticos de cáncer o de cualquier otra enfermedad, o hasta cualquier niño curioso, que al encontrar una hoja en el suelo pueda analizarla con el instrumento sin que los padres tengan que desembolsar una fortuna.

El estudiante convoca a todas las personas e instituciones interesadas a que le envíen un email para que él pueda juntar firmas y hacer un pedido de estos “foldoscopios”, que la Universidad de Standford le ha ofrecido en forma gratuita. Para comunicarse con él, sólo hace falta enviar un correo electrónico a marcos.249@hotmail.com y así él podrá realizar el pedido.

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