La rosca que llevó a Mera al decanato de Sociales

Mediodía del sábado en la mítica sede de MT de las Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. El decano Glenn Postolski se levanta y se va sin saludar a nadie. Segundos antes se había terminado de escrutar la elección de profesores y su derrota selló el futuro de la facultad: Carolina Mera será la primera decana de la historia, tal como había anticipado Juventud Informada varios meses antes.

Sin embargo, más que la campaña pública y el resultado final lo interesante es saber cómo se llegó a esta situación. En términos técnicos, la rosca que llevó a Mera a ocupar el sillón de mando en FSoc.

Todo comenzó en los últimos meses del año pasado cuando, mientras Glenn empezaba a diagramar cómo iba a repartir los lugares de su segundo mandato, intentó desplegar un alineamiento con el bloque oficialista del Rector Barbieri a nivel de la Universidad. Para ese acercamiento la condición del Rectorado era la de incorporar a su coalición a la conducción de la Carrera de Ciencia Política, afín a Barbieri. Esa negociación implicaba el ingreso al gabinete actual del Decano más el acuerdo de las listas de profesores y graduados y otorgarles al menos dos Secretarías principales en el futuro Gabinete.

Mientras el espacio de Ciencia Política encabezado por Miguel De Luca y Santiago Rotman no se terminaba de convencer en apoyar la reelección del Decano y seguían discutiendo posibles acuerdos comenzaron las conversaciones con Carolina Mera, cada vez mas distanciada de Postolski y enterada de las negociaciones de este último con los opositores de CP. En ese marco el proceso de reforma del Plan de Estudios de Ciencia Política permitió consolidar la relación de los barbieristas con Mera y el espacio de la conducción de la carrera de Sociología (dirigida por Hugo Lewin), en ella referenciada.

A fin de año, cuando Mera se decidió a competir por el decanato y se lo hizo saber a sus actuales socios, la relación entre Glenn y la gente de CP ya estaba muy deteriorada y estos no dudaron en apostar al frente que terminó ganando la Facultad. Un par de meses después, con la incorporación de la pata estudiantil liderada por La UES y su referente Cristian Bay, y la gestión de la carrera de Relaciones del Trabajo, dirigida por Hernán Sandro, se empezó a sellar el final que conocemos hoy.

En principio hay que decir que la cancha empezó inclinada: como toda elección universitaria la ventaja, a priori, la tenía el oficialismo. El espacio que buscaba la reelección en la facultad controló dos órganos fundamentales para el manejo de la elección como son la Junta Electoral y la mayoría del Consejo Directivo.

Hubo un ejemplo claro de esto en la elección de graduados. Al parecer, era tradición -hasta esta elección- el incorporar al padrón de graduados a egresados de otras facultades.

Para cortar con la mencionada costumbre, la lista de Mera realizó un pedido a la UBA para que se crucen el padrón que manejaba la facultad con el que tiene la Dirección de Títulos del Rectorado. Ese pedido, elaborado por Felipe Vega Terra (dirigente estudiantil y apoderado de la lista), arrojó como resultado la existencia de 75 empadronados de otras facultades (que sería el equivalente a votar en dos provincias distintas en una misma elección), 184 NNs (que no figuran en ningún registro de graduados) y, al menos, 50 casos de no empadronamiento por discriminación política, es decir, de Ciencia Política o Sociología que apoyaban la candidatura de Mera.

El decanato esperaba oficializar los padrones en una reunión Junta Electoral -donde tenía mayoría- pero se encontró con que los representantes de Mera llegaron con dos de las personas a las que más se les teme en este tipo de eventos: un abogado y un escribano. “Que conste en actas la decisión de fraguar el padrón de graduados”, repetía al apoderado mientras los miembros de la Junta hablaban de mantener las costumbres y tradiciones. Asustados como Fernando Gago jugando en la cancha de River, los miembros de la gestión llamaron a un cuarto intermedio, mientras denunciaban una intervención de hecho del Rectorado.

Finalmente la cuestión se resolvió con una negociación que terminó con sólo 30 de los 259 graduados “truchos” habilitados para votar.

En el plano estudiantil la disputa por el decanato quebró el frente que conducía el Centro de Estudiantes y que se había presentado en coalición ininterrumpidamente desde el 2011 para el Consejo Directivo. Por un lado Proyecto Sociales (encabezado por La Cámpora y Nuevo Encuentro) se presentó con la incorporación de La Mella en apoyo a Postolski mientras que La UES, Alternativa Académica, Clivaje, Movimiento Evita y CUPP bancaron a Mera.

Tanto el Evita como la CUPP abandonaron Proyecto Sociales luego de la decisión de este de bancar la reelección del decano. Federico Demiryi y Nacho Zanelli, referentes de dichas agrupaciones, llevaron adelante las negociaciones con Bay. Esa definición la tomaron por la relación política tanto con Carolina como con quienes la apoyaban afuera de la UBA (Daniel Filmus, Jorge Taiana y otros dirigentes) y, además, por las crecientes diferencias que tenían con Postolski y su mediocre gestión.