Sin lugar para tibiezas

Por La Amaya

Hace un par de semanas el Gobierno Nacional instaló nuevamente un tema en agenda. El voto de los menores de dieciocho y mayores de dieciséis años de edad. Fiel a lo epidérmico del trato que le da a estos temas, para nosotros este debate esta muy lejos de terminar.
Desde La Amaya entendemos que el voto es una herramienta fundamental para la democracia y toda ampliación de derechos civiles y políticos siempre es bienvenida. Estamos a favor de que hombres y mujeres de 16 y 17 años puedan sufragar libremente. ¿Cómo no estarlo?, si muchos de nosotros hemos entrado a la militancia política en los secundarios. Celebramos la iniciativa, pero como jóvenes, creemos que la construcción de Ciudadanía, no sólo ocurre con el establecimiento de la  participación en derechos políticos, sino también, en el resguardo  por parte del Estado de derechos más urgentes y básicos.
Queremos hablar del fomento de la educación, la salud, la seguridad, necesitamos rediscutir un plan de créditos blandos para la primera vivienda. Exigimos que se establezca un régimen de primer empleo para la inserción en el mundo laboral de una generación que quiere, necesita trabajar y no puede. Demandamos hablar de desnutrición infantil, la que hipoteca desde la más tierna edad el futuro de nuestros pibes. En definitiva, interpelamos al poder político a discutir sobre esos derechos sociales, económicos y culturales que nuestra franja etaria encuentra quebrantados.  ¡No basta que con que votemos!. Y como no basta con que votemos, queremos ir más allá de lo que obliga a discutir el poder de turno.
A este colectivo le surge una pregunta: ¿establecer una ampliación de derechos políticos es preocuparse por los jóvenes?. A lo que respondemos ¡claro que no!, y el por qué es aún más sencillo: ¡es la realidad!. En nuestro país, los menores de 25 años constituyen uno de los sectores más vulnerables de la sociedad: en el segundo trimestre del 2011, el 17,9% de los jóvenes argentinos se encontraba desempleado;[1]  en el 2012 sólo un 43% de los estudiantes secundarios culminarán sus estudios en los plazos establecidos y sólo un 50% del total de ellos accederá a ese título[2].
Creemos necesario en lo que nos toca, dar pasos firmes hacia una renovación, y en ese sentido no sólo creemos que los jóvenes estamos capacitados para sufragar,  sino que comprendimos que lamentablemente los únicos que podemos proteger nuestros derechos somos nosotros mismos. Es por ello que queremos que se incorpore un cupo joven en las listas electivas. ¿Por qué si podemos votar,  no podemos ser elegidos? ¿Somos muy jóvenes?[3]. Efectivamente, ya somos demasiado jóvenes para esperar.
Como parte de este de sector de la sociedad, entendemos que no es tiempo para tibiezas, es hora de dar el debate, de involucrarse y no sólo reclamar por el voto sino por todos los derechos que como jóvenes creemos que se encuentran vulnerados sistemáticamente, porque no comprendemos a la democracia solo en su sentido formal. Creemos en la democracia conjugada por los dos valores máximos que la integran, la libertad y la igualdad.
No nos conformamos con la libertad de votar, queremos hablar de igualdad, de equidad, de esos derechos vulnerados.  Porque militamos por la igualdad de oportunidades, porque no queremos más que donde se nazca sea sinónimo del destino que te espera, y porque fundamentalmente seguimos soñando con ese país con movilidad social ascendente, es que no vamos a permitir que el “derechos para todos” sea sólo una formalidad discursiva, sino una premisa obligatoria.
Votemos, seamos elegidos y también, hagamos cumplir nuestros derechos. Hagamos entender que la agenda electoral no es la agenda de los derechos de los jóvenes ni de todos los que formamos parte de un futuro distinto.
Sacá tus conclusiones. Si te indigna #involucrate