La venganza de Esteban Bullrich a los rectores

esteban bullrich

Todo comenzó el año pasado, luego del triunfo de Mauricio Macri, y antes de su asunción. El ahora ministro de Educación dejó en claro que la prioridad de su gestión iba a ser la educación primaria y secundaria, y no el sistema universitario.

Según explicó Esteban Bullrich, la necesidad de mejorar los primeros años de escolaridad es urgente y va a repercutir –en un futuro- positivamente en el rendimiento de esos estudiantes en la universidad.

Sumando a esta idea la visión que gran parte de los recursos que el Estado Nacional le da a sus universidades no llega al destino preestablecido, decidió que la principal función de su Secretaría de Políticas Universitaria sería la de auditar los gastos multimillonarios de las universidades públicas.

Con esa lógica tomó la decisión de nombrar a Juan Cruz Ávila al frente de la SPU. Sin embargo –y como era de esperarse- en la corporación universitaria no cayó bien el anuncio y los rectores presionaron a Bullrich para que lo baje y vuelva al plan original: un rector a la Secretaría. El plan original de los rectores, claro.

Lo que nadie esperó fue que Bullrich no resista el apriete ni hasta el diez de diciembre. Antes de asumir cambió de secretario y de idea: la SPU ya no controlaría al sistema universitario sino que – en cambio- legitimó todas sus acciones anteriores premiando a los rectores con dicho cargo.

Pero semejante papelón no fue gratis. El ministro cedió el cargo pero hasta ahí llegó su amor. Desde el momento en que Albor Cantard pisó el Palacio Pizzurno como flamante SPU entendió que se venía el contraataque.

Bullrich armó la nueva SPU y no le dio ningún lugar más a Cantard. Incluso, sólo le dejó contratar a dos de las diez personas que el ex rector de la Universidad Nacional del Literal informó que necesitaba. Enojado, el SPU se fue de vacaciones durante casi un mes y ni asomó por la sede ministerial.

En la Subsecretaría, Bullrich sostuvo su idea original con Danya Tavela, mientras que unificó las áreas de Voluntariado, Becas y Extensión en una dirección que encabezará Pablo Domenichini.

Domenichini –además de hincha de River Plate- es un militante universitario con todas las letras. Formado en la Franja Morada, fue presidente de la Federación Universitaria Argentina y –en los últimos años- sumó experiencia en la gestión de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

El espacio restante, que agrupa los programas de relaciones internacionales, quedó para Mónica Martina, que responde a Catalina Nosiglia.

De esta manera, Domenichini se perfila para ser el hombre fuerte del ministerio en los temas universitarios del día a día, mientras que habrá que seguir la relación entre Cantard y Bullrich.

Después de ceder ante la presión de los rectores, el ministro no parece tener fuerza para ir contra el sistema universitario, pero tampoco tiene intención de darles mucho más que un cargo.