Falleció Pepa Noia, una de las 14 Madres que dieron la primera vuelta en la Plaza

El 30 de abril de 1977 era sábado y Josefina «Pepa» García de Noia no había pegado un ojo en toda la noche. Apenas terminó de almorzar salió corriendo, aunque sabía que todavía faltaba para la hora pactada. La impaciencia le ganaba, pero también quería evitar dar muchas explicaciones sobre lo que luego se convertiría en un día histórico: la primera Marcha de las Madres de Plaza de Mayo. Llegó primera y se fumó dos atados de cigarrillos para vencer la ansiedad de lo ignificaba ese día. “Estábamos solo las palomas y yo”, recordaba siempre. De ahí en más nunca quiso faltar a nada. Todos los que la recuerdan insisten en que siempre, no importa qué, donde había que estar, ella estaba. Incluso en sus últimos años, ya grande, no le preocupaba ni que lloviera ni hiciera frío: si le daba el cuerpo iba a la Plaza. Nada era más importante para ella. Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Pepa falleció ayer y es velada en la Legislatura porteña.
“Era una flor que estaba siempre con una sonrisa, con una abrazo, con su pucho hasta los 90 años, bien femenina y bien madraza”, dijo a Infojus Noticias Nora Morales de Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. “Era muy firme, donde había una injusticia estaba ella. Nunca dudó en apoyar a los movimientos que buscaban verdad y justicia, a los trabajadores y a los luchadores populares”, recordó.
La última vez que Pepa vio a su hija María de Lourdes Noia de Mezzadra fue el 12 de octubre de 1976. Era martes y ella la esperó con unos bifes a la criolla en la casa de Castelar, donde vivía. Lourdes iría a comer y le dejaría al bebé que había tenido hace algunos meses con su marido, Enrique Mezzadra. Por esos días, Pepa estaba cada vez más preocupada por la seguridad de su hija, aunque la apoyaba todo lo que podía desde su amor de madre.
Los días de Lourdes pasaban a velocidades intensas. Buena alumna desde chica, sus ganas de hacer la empujaron a terminar la secundaria muy temprano. Un año lo dio por completo libre y a los 16 ya cursaba en la Facultad de Psicología y militaba en la Federación Juvenil Comunista. De ahí en más integró el PCR, las FAL y a principios de los 70, la Juventud Peronista. Ya recibida, se puso un consultorio con otros compañeros y daba clases en la Universidad de Morón. Era la tercera de cuatro hijos que Pepa tuvo con Juan Carlos Noia.
—Cuidate, nena, cuidate, por favor –le insistió aquel día, mirándola a los ojos. Daniel, otro de sus hijos, había sido trasladado por trabajo a Australia y había invitado a sus hermanas a viajar con él. El “no” de Lourdes fue inamovible. Nunca más volvieron a verse y Pepa nunca más fue la misma. “La recuerdo como una luchadora saliendo a la calle por mi hermana”, dijo hoy a Infojus Noticias Margarita Noia, otra de sus hijas. “Es algo increíble porque era una señora que no tenía militancia y de repente demostró todo el amor que las Madres tienen por sus hijos, que es lo que los milicos no tuvieron en cuenta. Una madre no tiene miedo cuando le tocan a su hijo”, recordó.

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