Esos Chicos son como Bombas Pequeñitas

Por Síntesis

El aumento de la mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires muestra que, una vez más, lo central vuelve a pasar por la política. ¿En qué sentido? Siendo el distrito más rico de la Argentina, contando con la mayor cantidad de profesionales en su territorio, teniendo los centros de referencia de todas las especialidades, este año murieron proporcionalmente más chicos menores de un año que el año pasado. Es la primera vez que sucede después de años de decrecer la mortalidad infantil, según un informe oficial. ¿Se trata de una cuestión de recursos? No estrictamente, sino más bien de una decisión política sobre cómo y de que forma manejar los recursos en salud.

La mortalidad infantil se define como la cantidad de muertes de niños menores de un año por cada mil nacidos vivos. Se utiliza como indicador del desarrollo de una población dado que la mayor parte de estas muertes se evitan teniendo un buen seguimiento del embarazo y del niño sano en el primer año, medidas de bajo costo, pero que necesitan una actitud activa para garantizar el acceso a dichos controles. Y también aplicando medidas generales (alimentación, vivienda, saneamiento) en las poblaciones más vulnerables.

El indicador de mortalidad infantil refleja las políticas sociales en su conjunto, porque el desarrollo social y la educación es igual de importante que la oportuna vacunación e inclusive más importante que el ocasional tratamiento de una complicación.
Cualquiera puede deducir que las condiciones de marginalidad en la ciudad no han mejorado, incluso empeorado: el instituto de la vivienda esta virtualmente inoperante, no existen políticas para promover la promoción y la prevención, los centros de salud barriales funcionan colapsados. En la actualidad no se piensan verdaderas estrategias para solucionar estos problemas porque sencillamente se ha decidido que esta población no es «vecina». Las garantías de Ciudadano no son para todos, y la política macrista viene a cristalizar esa lógica que, aceptémoslo, domina el discurso de la sociedad.

La salud es una construcción social, y como tal implica el reconocimiento del otro como igual para su ejercicio pleno. La política macrista se construye etiquetando («el motochorro» «el trapito» «el inmigrante inculto»). Después de la etiqueta viene la exclusión, se vuelven personas sin derechos y sin posibilidad de reclamo. No es casualidad que haya barrios en la capital donde la mortalidad sea el doble que en otros.
Aunque nadie lo haya visto  Lemus es profesor titular de la cátedra de salud pública en nuestra facultad. Además  fue el que firmo los convenios para que los alumnos de las universidades privadas ocupen lugares dentro de las U.D.H de los hospitales públicos. El aumento de la mortalidad infantil debiera como mínimo, en lo político, precipitar la renuncia de un ministro inepto para sus deberes . Mientras que en lo académico no esperamos menos  para un profesor  que no tiene coherencia entre lo que hace y lo que dice enseñar ya que demuestra que no tiene el mas mínimo interés de defender la educación y salud pública.

Pero  debiera ser un escándalo para todos nosotros como sociedad, por saber que hemos perdido la capacidad para construir un sentido de justicia necesario para que esto no siga pasando.