La Seguridad de un Proyecto

Por GEN – Generacion por la Emancipación Nacional
www.gen.org.ar

Desde este movimiento juvenil que milita y banca el proyecto nacional encabezado por Cristina y Néstor Kirchner, estamos preocupados por el tema de la inseguridad, pero tenemos bien claro que no se resuelve con las recetas baratas de los medios masivos de comunicación ni con las escupidas de los famosos.

El tratamiento de los medios y, en particular el de los famosos, es liviano y sostenido en lugares comunes. Pareciera que cuando hablamos de la seguridad hay una humareda permanente y nadie puede ver más allá. Pero no nos engañemos, ese humo lo produce la desinformación masiva. Los mismos que quieren hacernos creer que el otro gran problema de los argentinos pasa por las retenciones a la soja. Se amplifica el problema de una forma desproporcional con el único objetivo de oponerse al gobierno. Y, encima, no tienen vergüenza para utilizar la palabra institucionalidad inmediatamente después de producir estas maniobras.

El tema de la seguridad así planteado por los medios masivos deja traslucir una clara tendencia política y una actitud desestabilizadora. El año pasado, durante el conflicto con las patronales del campo, parecía que no había delitos en la Argentina. Cuando ese conflicto perdió la fuerza inicial, supuestamente se volvieron a cometer delitos masivamente en nuestro país. Creemos que la discusión sobre la seguridad merece otro tratamiento.

A muchas personas el transcurrir de la vida, y de la política, les resulta tolerable sólo si permanecen en la superficie de sí mismos, con lo cual es natural que se sientan satisfechos obteniendo esa misma superficie de los demás. El que mata tiene que morir. Y ya está.

Es obligación de la juventud argentina, desde su fuerza generacional, dar la batalla del lenguaje, de lo que se dice y lo que no se dice. Hay que recuperar el sentido común. Es nuestra obligación superar la superficie y profundizar las discusiones. No hace falta estar muy formado para entender que en la lógica propuesta (el que mata tiene que morir) la inseguridad crecerá y el caos pasará a ser una realidad certera y no una percepción estimulada por los medios. Y ese caos traerá, como siempre, las mismas víctimas: los más pobres, los vulnerables, los que no tienen voz, los que se mueren en las cárceles.

Nosotros tampoco queremos inseguridad.

No queremos inseguridad en la información. Los medios audiovisuales están en manos de unos pocos, esos pocos convocan a la marcha contra la inseguridad para el mismo día que el gobierno presenta un proyecto de ley que intenta modificar que sigan siendo esos pocos los únicos que hablen en este país.

Hay inseguridad, pero hay varias inseguridades, no se trata de una sola. El reclamo de los sectores gritones está sustentado –en general- en la seguridad de algunos bienes. Pero la seguridad tiene que tener como objetivo la seguridad de los derechos y no debe estar destinada solamente a proteger los intereses de una clase, que –por otra parte- es la que generalmente produce la información. El discurso crea la sensación de que la inseguridad es total cuando en realidad se refiere a los bienes y a los prejuicios o temores de un sector. Lo cierto es que con esa construcción se quiere (y se logra) ocultar que la inseguridad verdadera, y que este gobierno se esfuerza en resolver, es la que sufren principalmente las personas de menores recursos: inseguridad en la salud, en la vivienda, en el trabajo.

En el mismo sentido, vociferar que la mano dura resuelve el delito es una falacia absolutamente comprobada, pero lo más grave de ello es que quien instala ese discurso conoce de esa falacia y sus consecuencias y, justamente, las aprovecha (por ejemplo, a través del negocio de las empresas de seguridad dirigidas por ex represores de la dictadura militar).

Los monopolios repiten, simplifican, manipulan. Con esa práctica producen un daño social de suma gravedad y marcan un camino que pone en peligro la democracia. Es el monopolio que aduce falta de institucionalidad y, al mismo tiempo, cuando en el Congreso se debate por muchas horas se harta, se aburre y bosteza; lo que resulta paradojal porque es ese el lugar institucional de los debates democráticos en donde los representantes del pueblo tienen voz y se expresan por mandato popular. Sin embargo, el discurso monopólico de los medios prefiere a Tinelli, que a más velocidad y respetando los tiempos de la televisión participa de una discusión sin la menor capacidad de reflexión. Y a eso le llaman libertad de expresión.

Nosotros luchamos por recuperar el lenguaje y para que se realicen debates profundos para resolver la problemática de la seguridad de nuestro pueblo. Luchamos por los juicios y no por las venganzas. Luchamos para que se difundan otros discursos, otros relatos. Somos hijos de una generación arrasada por la inseguridad proveniente del terrorismo de Estado; fuimos creciendo en los 90 en la resistencia (en una época que se vendió al país y, entre otras terribles cosas, se dejó sin trabajo a millones de personas) y en esa resistencia sufrimos el palo constante de las fuerzas de seguridad sobre nuestros cuerpos y nuestras ideas, represión que tuvo como máxima expresión el 19 y 20 de diciembre de 2001: eso también era inseguridad. Desde el año 2003 formamos parte de un proyecto colectivo que está transformando al país con menos pobreza, más justicia social, más empleo, independencia judicial y soberanía política. Profundizando todo eso vamos a terminar con la inseguridad. Sabemos cual es el camino. Convocamos a recorrerlo juntos.